LAS DESVENTURAS DE BLANCA-TÉBES CON LA SOCIEDAD RURAL

Cuándo ya pensaba que no iba a suceder nada este domingo, me pongo a leer a mis queridísimos amigos de Maraco Digital y antes de que me editen un comentario me encuentro con que el Sr. Intendente se ha reunido con los muchachos de la Sociedad Rural con la idea de organizar la próxima Exposición Anual. Lo que no cuenta MD es que hace apenas una semanita en el Concejo Delirante le dijeron "nones" a una notita que los muchachos de la Sociedad Rural intentaron meter por la puertita de atrás, en la que pedían que las instituciones picolandienses se manifestaran a favor del campo en la nueva pelea de los siempre empobrecidos chacareros contra la señora presidenta. 



Pié de foto: "¿Qué es esa cara, Parodi?" "Nada, es que Arocena me está apretando los huevos por abajo de la mesa" "No diga pavadas y cómase una masita, hombre"


Rápido como un lince me voy corriendo al palacio municipal y, aunque es domingo, encuentro mi queridísimo amigo el ingeniero Tébes en su despacho probándose el sombrero a lo Charles Bronson que le ha regalado un amigo bromista férreo lector de este blog. “Cómo está Mr. Pico” me saluda con su simpatía DESBORDANTE habitual el primer ciudadano de Picolandia. “Bien” le digo “pero no tanto como usted que acaba de reunirse con los señorones…” “No me hable de eso hoy que es domingo” me dice el intendente mientras se acomoda las partes inferiores con su típico gesto ataja-tiro-libre. “Pero cómo no vamos a hablar” le digo “si los muchachos son la flor y nata de la economía de esta ciudad, son la patria, son la bandera, son la escarapela esa gigante que colgó usted la otra vez de la ventana, ¿me entiende?”
“Si, Mr. Pico” me dice el intendente, que en realidad me llama por mi otro apodo que yo no puedo develar porque quedaría en evidencia mi identidad y los muchachos de Maraco Digital entonces vendrían a mi casa y me sacarían una foto, cosa que obviamente no va a suceder. “Pero le puedo asegurar que fue una reunión muy difícil”. “¡Por qué difícil?” le pregunto “Si usted con los muchachos se lleva bien”. “Me llevaba bien” me aclara el ingeniero “pero desde que los muchachos del Concejo Delirante les archivaron la cartita la semana pasada, ahora creen que me he vuelto kirchnerista y están un poco susceptibles”. “¡Que!!! ¿Kirchenrista usted???” le digo mientras toco madera y le hago la señal de la cruz al pobre Parodi, que acaba de entrar  a la reunión y está intentando contarme que él también estuvo con los chacareros, pero nadie le da bola. “El Gran Barba jamás se lo permitiría!!” le digo.
“Eso fue lo que les dije” me dijo el intendente mientras me agarraba de la mano y me llevaba a otro despacho, donde se encontraba Fernando “Gargamel” Sánchez practicando kung fu con una bellísima señorita. “Pero ellos son ingratos y no me creyeron. Y últimamente el supremo (y levantó un dedito para arriba señalando sin nombrarlo hacia el Senado Nacional) no me ayuda demasiado. Anda como borrado, vió… se borra de todo… Si hasta la honorable Higonet se nos ha hecho KK” “Tiene razón, intendente” exclamé “está feo para nosotros, pero usted debería haberles recordado los favores realizados… ¿O se han olvidado los señorones de cuando les sostuvo la velita en la misa aquella? ¿se acuerda? ¡Parecía usted el de las veladas paquetas de Hiperhumor!!! Don Crep Gorget!!! ¡¡¿Se acuerda? ¡¡¡Fue cuándo fuimos todos a rezar a la plaza por la 125!!!” “La política es así de ingrata Mr. Pico” me dijo el ingeniero Tébes mientras se secaba las lágrimas con la manga de mi camisa recién planchada.
“¨Pero dígame, intendente” le dije, ya al borde de la desesperación y sin saber qué hacer para consolarlo “¿qué es lo que los muchachones de la Sociedad Rural quieren? ¿Qué de un golpe de estado? ¿Qué saque a los tanques a pasear hasta el cementerio para que no sigan ahí oxidándose en el regimiento?” “No, Mr. Pico, esto son otros tiempos” me dice el ingeniero ya casi a punto de firmar la carta de renuncia “Ahora se conformarían con una adhesión del Concejo Delirante a su protesta”. “¡Pero eso es fácil!” le digo “Si los siete enanitos le votan a usted todo, don BlancaTébes”. “No me haga reír” me dice el intendente, mientras se termina de secar los mocos en mi pantalón “y no me llame de esa manera… que ya tengo yo problemas suficientes en esta ciudad como para que venga ahora un… como se llama eso que hace usted…” “Un bloguero” le digo “Eso, un bloguero a romperme las bolas”. Antes que el primer ciudadano me rajara del edificio con los muchachos de la Guarda Civil que todavía no han impedido ningún delito pero tienen unos jefes que cobran unos sueldos que mamma mia, me fui a pasear mi miserias domingueras por la Avenida y a comerme un choripán al boliche del negro Bravo, que es el único lugar de Picolandia donde todavía puede uno ir a ahogar las penas… jejejee…

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